Publicado en El Puint Avui por JAUME VIDAL el 2 de diciembre
Enfermedad por decreto
Altarriba y Keko presentan la segunda parte de la trilogía de la oscuridad humana con ‘Yo, loco’, dónde inventan enfermedades mentales para favorecer las farmacéuticas
El cómic denuncia el poder de las multinacionales sobre nuestras vidas personales
En el álbum, a la manera de Wally, se puede encontrar escondido un destacado político catalán actual
Durante mucho tiempo, no se entendían ciertos trastornos mentales porque no estaban suficientemente estudiadas las enfermedades de esta naturaleza. Popularmente, la gente atribuía a cuestiones de carácter lo que eran disfunciones mentales. Y al revés, a opciones personales que no eran enfermedades como la homosexualidad, se les daba categoría patológica. Sea como sea, el avance médico en la detección de enfermedades ha permitido diagnosticar y tratar muchos casos. El problema que plantean el guionista Antonio Altarriba y el dibujante Keko en el cómic Yo, loco (Norma Editorial) es cuando se inventan tantas enfermedades mentales que todos juntos, por un motivo u otro, necesitamos tratamiento. En este estado de cosas, un gran ganador: las compañías farmacéuticas.
El protagonista de Yo, loco es el doctor Molinos, hombre que había estado vinculado al mundo del teatro y que ahora trabaja para el sector farmacéutico diseñando nuevas enfermedades que, lógicamente, las farmacéuticas curarán con sus productos no nada económicos. Por ejemplo, suya es la invención del síndrome de Tersites -según Homero, Tersites era el más feo de toda Grecia-, que hace referencia al rechazo del propio cuerpo. Y si lo que te pasa es todo lo contrario y amas sin límites tu cuerpo, Molinos ha diseñado el síndrome de la madrastra de Blancanieves, presentando a los habituales de la cirugía estética y/o practicantes de culturismo como futuros enfermos que deberán ser tratados médicamente. Molinos es también el inventor de la nomofobia, o adición a los teléfonos móviles.
“Más allá del problema de las farmacéuticas, lo que subyace es que, cada vez más, nuestras vidas están dirigidas desde las salas de reuniones de las grandes multinacionales, que deciden hacia dónde ir y qué hacer con nuestra vida”, explica Altarriba.
Yo, loco es el segundo libro de una trilogía que se inició con Yo, asesino, una obra que, recurriendo al tópico, fue un éxito de público y crítica, aunque el tema era bastante escabroso: un asesino que mataba como si se tratara de una práctica artística.
Esta segunda entrega conserva la presentación gráfica del primer volumen: dibujo en blanco y negro con pequeños detalles de color. Si en Yo, asesino era el rojo, en Yo, loco, el color elegido es el amarillo. “Aparte que hemos buscado un color que, como en el caso del rojo del anterior álbum, ligara mucho con el negro, tuviera también algún vínculo real con la locura, como es el caso en algunas culturas que así lo consideran”, explica el dibujante Keko. La elaboración del álbum ha sido más larga de lo esperado: “El éxito del primero nos condicionó a la hora de querer estar a la altura de la anterior obra”, dice Altarriba.
En los dos primeros álbumes de la trilogía, los autores exploran aspectos oscuros de la naturaleza humana y tanto Keko como Altarriba demuestran su voluntad de ir más allá de un relato lineal. El guionista hurga en el interior del alma de las personas para sacar todas sus miserias y fantasmas en la que el dibujante da forma con todo un universo de claroscuros. De hecho, el expresionista estilo de Keko también se caracteriza por su gran habilidad para jugar con los contrastes del blanco con el negro, que potencian el dramatismo.
Su próximo álbum, que esperan terminar y publicar dentro de dos años para cerrar la trilogía, se titulará Yo, mentiroso y hablará del basto territorio de la mentira, desde la piadosa, “que no deja de ser una gran mentira como las otras “, como dice Keko, a las vidas que se han construido con los fundamentos hechos de engaño. Los toques de color vendrán del verde, color que también contrasta bien con el negro y que, para ellos, también tiene connotaciones negativas, tales como la expresión “Poner verde”, cuando despotrican de alguien, como recuerda Altarriba. Para Keko hay un detalle del verde también negativo y que proviene de sus lecturas de Astérix. “Recuerdo que en el álbum La cizaña, el protagonista era todo verde”, explica. Los autores, a modo de broma de ¿Dónde está Wally?, muestran como, en una de las viñetas, sale en un avión un personaje con un corte de pelo muy característico de uno de los personajes políticos más destacados de Cataluña. “Keko lo dibujó poco antes de que se fuera al extranjero y yo le dije «este acabará marchando»”, dice Altarriba. Premonitorio.
Altarriba es catedrático de literatura francesa en la Universidad del País Vasco y ha ejercido de estudioso del cómic y de guionista con autores, además de Keko, como Kim, con quien hizo otra de las grandes obras de cómic creadas en el Estado español últimamente: El arte de volar. Keko forma parte de la generación de autores que salieron en los años ochenta en torno a la revista Madriz, un brillante experimento de cómic moderno que fue impulsado desde el Ayuntamiento de Madrid en la época de Enrique Tierno Galván, que coincidió con la movida.
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