Publicado en El Correo, edición impresa y online por NATXO ARTUNDO diciembre 2018
La mirada de Antonio Altarriba y el objetivo de Pilar Albajar dibujaron una capital alavesa distinta, en la serie fotográfica «Vitoria salvaje». El Cantón de las Carnicerías era una cascada, mientras que la plaza del Machete se transformaba en un lago con ecos artúricos o el Museo de Arqueología aparecía entre dunas. Ahora, el escritor y guionista ha descontextualizado otro elemento de la ciudad, pero por dentro. Se inauguró en septiembre de 2007 como sede de la Caja Vital, un moderno edificio de metal y cristal con forma de grupo de cromosomas diseñado por los arquitectos Javier Mozas y Eduardo Aguirre. Pero la infrautilizada sede de Kutxabank es otra cosa en el cómic «Yo, loco». En concreto, es Otrament, una empresa donde se llevan comportamientos humanos al campo de las patologías mentales. Y, con estas construcciones arbitrarias de enfermedades a partir de perfiles psicológicos, se abre el camino para que la poderosa firma farmacéutica Pfizin aporte las medicaciones necesarias para tratar a los afectados. El doctor Ángel Molinos, atormentado por siniestras pesadillas subrayadas en color amarillo, es uno de estos fabricantes de clientela para la gran máquina química.
Lo chocante es que el vanguardista edificio corporativo convive con ciervos en plena berrea, garzas o patos, que pueden verse desde la sede empresarial. La novela gráfica, que sucede a «Yo, asesino» en una trilogía que cerrará «Yo, mentiroso», ya se ha presentado en Francia o en Barcelona, donde los aficionados que no conocían Salburua «se quedaban sorprendidos al ver al final una foto donde salimos Keko y yo junto al edificio de la Vital. Muchos pensaban que era algo inventado», recuerda Altarriba.