Antonio Altarriba

Tintín y el loto rosa

Quizá no sea la mejor historieta del mundo. Albergo incluso serias dudas sobre su trasfondo ideológico pero Las aventuras de Tintín es una serie con la que mantengo un vínculo especial.

Un libro dos formatos

Homenaje a Hergé en su centenario. 2007

Quizá no sea la mejor historieta del mundo. Albergo incluso serias dudas sobre su trasfondo ideológico pero Las aventuras de Tintín es una serie con la que mantengo un vínculo especial. Tuve la suerte de descubrirla con doce años cuando empezaba a aprender francés. Con el tiempo y las relecturas he comprobado la solidez narrativa de sus historias y la diversidad de interpretaciones que ofrece. Afrancesado desde la infancia, participo de la consideración de Hergé como el gran clásico del tebeo europeo y con frecuencia escribo sobre su obra.

La celebración en 2007 de su centenario me hizo plantearme la agrupación y actualización de estos textos así como la redacción de alguno nuevo para dar cohesión al conjunto. Las ilustraciones de Ricard Castells y Javier Hernández Landazábal, versiones pictóricas del grafismo hergeano, otorgan al libro un interés complementario. Pero lo que le confiere mayor unidad y lo convierte en libro objeto es el diseño de Cristina García Lautre que elaboró para la ocasión una maqueta de exquisita ingeniería. El libro se llamó Tintín y el loto rosa, como evocación de su aventura china (El loto azul) y, sobre todo, como consecuencia del descubrimiento de la sexualidad por parte de un Tintín ya maduro en una ficción también incluida en el libro.

Precisamente esta ficción me valió la persecución de Moulinsart, la sociedad gestora de los derechos de Hergé, acusado de «pervertir la esencia del personaje». Como consecuencia de las negociaciones entre sus abogados y los de mi editor, llegamos al acuerdo de mantener el libro en el mercado hasta agotar la tirada, renunciando a toda reedición posterior. El libro ha quedado, por lo tanto, condenado a pieza de coleccionismo sobre la que flota la sombra del delito. El mundo de la creación se está convirtiendo en un mercado de marcas donde agentes y abogados pelean por la ampliación de derechos y el incremento de beneficios.