«Algunos libros llegan a tu vida de forma sigilosa y se quedan ahí, en la repisa de tus días, sin protestar, sin pedir nada, con la presencia silenciosa y discreta que sólo las grandes obras saben tener. Hasta que un día sin más, los ves y los abres y descubres con asombro las maravillas que encierran y te maldices por haberte escatimado una obra maestra durante tanto tiempo.
Altarriba y Kim son los artífices de mucho más que una crónica histórica. El relato se detiene o avanza al ritmo de la vida de un hombre, de los afectos y de los ideales soñados, de los detalles insignificantes que nos hacen ser hijos de nuestros actos. Se detiene y comienza en el alféizar de una ventana una hermosa mañana de mayo.»