Publicado el 17/09/2023 en jeuneafrique por Nicolas Michel
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“El cielo en la cabeza”, la epopeya de dos niños congoleños en busca de una vida mejor
A través de esta historieta, tres autores españoles cuentan las aventuras, en la República Democrática del Congo, de dos niños que huyen de los trabajos forzados y los combates entre milicias rivales para intentar llegar a Europa. Un álbum que escapa por poco de los clichés gracias a un buen argumento y, sobre todo, a una invención gráfica alucinante.
¿Debería el riesgo de difundir clichés disuadir a los creadores de abordar las amargas realidades del presente? A esta pregunta, los autores del cómic Le Ciel dans la tête – éd. Denoël, collection Graphic–, se habrá preguntado más de una vez. Como muchos de los que intentan, siguiendo a Joseph Conrad (El corazón de las tinieblas, 1899), contar la historia del Congo. Explotación del subsuelo, violencia militar, corrupción endémica, masacres, violaciones, pobreza…
¿Cómo podemos decir y explicar sin alimentarnos del incesante flujo de oscuros clichés que se repiten una y otra vez cuando se trata de discutir esta región del mundo? Ante este desafío, los españoles Antonio Altarriba (guión), Sergio García Sánchez (dibujo) y Lola Moral (Color) optaron por no limitarse y confiar tanto en la fuerza de su historia como en la originalidad de sus elecciones gráficas.
En el corazón de la oscuridad
Así, Le Ciel dans la tête comienza literalmente en el corazón de la oscuridad desde que el joven héroe, Nivek, ha sido enterrado en la mina donde trabaja, con otros niños, bajo la vigilancia de soldados armados. Las primeras páginas, negras, sólo nos dejan entrever un minúsculo trozo de cielo azul y los rostros de los compañeros en desgracia que intentan ayudar a Nivek a salir, a pesar de las amenazas de sus guardias. “¿Y te detendrás por eso…? Tu vida vale menos que el mineral que extraes en media hora… Si uno de ustedes se cae, tiene que seguir trabajando…” grita uno de los soldados.
Una vez devuelto a la luz, Nivek aún no se salva, deberá enfrentarse a la furia de los guardias, y a su violencia, responderá con violencia degollando sin piedad a uno de ellos. Descubierto por un oficial, el joven menor se convertirá en kadogo, es decir, niño soldado, y asesinará, bajo los efectos de las drogas, a tres miembros de su familia y cortará los pechos de su madre con un machete… Reclutado, con su amigo Joseph, de la Raïa Mutomboki de Kivu del Sur, “disparado” contra los dawa, Nivek aprenderá a matar y participará en los diversos abusos del grupo… hasta que será masacrado en gran medida por un grupo armado rival.
Al pasar por Panzi y la clínica del doctor Denis Mukwege, Nivek y Joseph no encuentran la paz y deciden emprender el largo y peligroso viaje a Europa. Un viaje que comienza en la selva, continúa en la sabana, luego en el desierto para terminar… ¿en Libia? ¿En el Mediterráneo? ¿En España? Como habremos comprendido, a través de la epopeya desesperada de los dos niños, emerge un África violenta y oscura, donde la sangre siempre fluye negra. Sin embargo, Le Ciel dans la tête seduce. Sin duda porque el guionista Antonio Altarriba no tiene igual a la hora de llenar su historia de detalles humanos, poéticos e históricos que le dan una dimensión universal.
Gráficos alucinantes y alucinantes
Así, los capítulos que transcurren en la selva y en la sabana, con gran luminosidad, trasladan a Joseph y Nivek a un África de leyendas donde la naturaleza y la magia aún tienen un lugar. Lo cierto es que el escenario por sí solo no bastaría para sacar la historia de la rutina del déjà vu si no estuviera apoyado en la alucinante y alucinadora invención gráfica de Sergio García Sánchez.
Este dibujante de 56 años, actualmente profesor de la Universidad de Granada e ilustrador de renombre internacional -ha publicado en particular en la prestigiosa Book Review del New York Times– rompe la tradicional camisa de fuerza del cómic para ofrecer un dinamismo poco común. . Con formidable habilidad, el artista consigue jugar tanto con el tiempo como con el espacio, de modo que varias escenas pueden tener lugar en un solo panel, que se integra en un todo mayor donde la mirada puede viajar desde el detalle significativo hasta una visión general.
Clara y segura, la línea se ciñe a la personalidad de cada protagonista y se desarrolla a veces en patrones geométricos, a veces en entrelazados vegetales para invadir incluso los márgenes. No hay dos páginas iguales, se maltrata la perspectiva, los personajes entran, salen, se dividen, se superponen, aparecen de perfil y de frente… tanto es así que pensamos en varias ocasiones, en los pasajes más violentos, en el Guernica de Pablo Picasso.

Si quisiéramos olvidarlo, los autores nos recuerdan que lo que está sucediendo en la República Democrática del Congo concierne a todo el planeta. Después de haber derramado su sangre y su sudor por el marfil y luego por el caucho, muchos congoleños siguen siendo explotados para extraer de sus riquezas subterráneas cuyo color nunca verán. Desgraciadamente, el cielo no es un privilegio para mucha gente.

Le Ciel dans la tête, de Altarriba, García Sánchez y Moral, traducido del español por Alexandra Carrasco éd. Denoël – collection Graphic, 144 páginas, 28 euros.