Veinte años después sigo teniendo que explicarlo. Y es que lo de ser «guionista fotográfico» no resulta evidente. Al fin y al cabo, todavía hoy, parece que hacer una foto sólo requiere mirar por el objetivo, buscar el mejor encuadre y disparar. El guión lo proporciona el mundo en su diversificada ebullición y el fotógrafo tan sólo debe seleccionar algún significativo fragmento. Sin embargo puede no ser así. De hecho, siguiendo el devenir de la fotografía artística, cada vez es menos así. En lugar de abandonarse a la deriva de los acontecimientos, el fotógrafo opta por tomas teatralizadas o decididamente manipuladas que, más que la vida en su espontáneo fluir, muestran su personal visión de la misma. Son fotografías premeditadas, preparadas, arregladas, en definitiva y en mayor o menor medida según los casos, guionizadas.
Desde 1988 comparto con Pilar Albajar la tarea de recomponer fotográficamente los aspectos de la realidad para reflejar mis ideas. Cuando empezamos, recurríamos a las técnicas tradicionales del collage. Una vez concebido el guión, Pilar fotografiaba, recortaba, pegaba, coloreaba… Hoy los programas de ordenador facilitan enormemente el trabajo. Pero es que Pilar, además de conocer los recursos técnicos, posee gran sensibilidad estética y un excelente criterio compositivo. Con ella todo es posible y lo que pienso, prácticamente sin límites, se hace fotografía. Gracias a ella un medio condenado a la representación realista se convierte en cancha ilimitada para la imaginación. No extrañará por lo tanto que esta sea la actividad que más me gratifica.
Más información en AltarribaAlbajar