Antonio Altarriba

Fábulas sobre la realidad.

El paso del tiempo, de Altarriba y Royo

Reseña sobre El paso del tiempo publicada en nº 21 de la revista Turolenses, escrita por Julio Gracia Lana

Es hermoso como la retractilidad de las garras del ave de presa, como la palpitación de las llagas en el cerebro posterior, como la ratonera perpetua que puede atrapar roedores indefinidamente y, sobre todo, como el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección

Los cantos de Maldoror, Isidore Ducasse, más conocido como Conde de Lautréamont

La línea argumental es únicamente el bastidor sobre el que se teje la labor primordial de la puesta en imágenes

Manifiesto del Colectivo Bustrófedon

Luis Royo (Olalla, Teruel, 1954) es un autor con reconocimiento e impacto a nivel internacional. Ha trabajado en numerosos países en la ilustración de libros, el desarrollo de portadas o, incluso, de carátulas de vídeos y videojuegos. En la década de los años noventa, consolidado ya a nivel global como ilustrador, comenzó a producir una obra mucho más personal en forma de libros de autor, entre los que se cuentan Prohibited o Secrets. Sus dibujos se han mostrado en numerosas galerías y ferias de arte prestigiosas a lo largo y ancho del globo, cosechando además premios y reconocimientos.

Los primeros años de desarrollo de su obra estuvieron vinculados a una manifestación artística hermana de la ilustración, el cómic. Y, en parte, a otra gran personalidad: Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952). Catedrático de literatura francesa en la Universidad del País Vasco, reputado guionista y novelista. Premio Nacional de Cómic junto a Kim en 2010 por El arte de volar. Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona del año 2019 por el conjunto de su obra.

Ambos se conocían desde la infancia, aunque su vínculo se hizo más fuerte cuando coincidieron en Zaragoza dentro del Colectivo Zeta, responsable de la revisa homónima. El secuestro del número tres del magacín por las autoridades (con motivo de dos páginas que incluían temática religiosa, una sobre la Virgen del Pilar) y las consecuencias que trajo para sus componentes, hicieron que Zeta se disolviera en beneficio del grupo Bustrófedon, encargado de publicar también un magacín homónimo. La palabra hace referencia a la forma de escribir en la que una línea se desarrolla de izquierda a derecha, construyéndose la siguiente al contrario. El colectivo editó además un manifiesto en el que reivindicaba el poder de la imagen en la historieta. La narrativa gráfica en beneficio de la eminentemente literaria. La polisemia de lo visual frente a su ahogamiento en un único y rutinario sentido interpretativo. Esta ruptura conceptual fue paralela a la alianza personal entre el guionista zaragozano y el dibujante turolense para crear una producción que, a ojos actuales, nos sigue pareciendo innovadora, de una potencia visual y de significado inaudita. Es una de las etapas menos conocidas, tanto de Royo como de Altarriba, a pesar de su calidad y claro interés artístico.

Luis Royo invertía muchas horas en cada página, en cada viñeta y detalle. Las trabajaba con precisión, mostrando una profunda creencia en las posibilidades expresivas del medio y en la capacidad de sugestión de sus obras en el lector. Su dominio de la composición, el perfilado dibujo y la perfecta aplicación del color nos hablan de la especial madurez creativa del dibujante, a pesar de su juventud. La relación entre ambos fue muy estrecha: Altarriba viajó durante casi una década desde Vitoria (donde ya ejercía como docente) hasta Zaragoza para trabajar junto a Royo. En pleno boom del cómic adulto, cuando la historieta de género era la reina de los quioscos, el tándem que ambos formaban fascinaba a editores como Josep Toutain o Beà y Luis García. Todas sus historias se reunieron en un volumen que publicó Norma Editorial en el año 2011, titulado El paso del tiempo. El objetivo era editar el proyecto completo, sin la fragmentación a la que fue sometido por su edición en el formato revista.

El equipo creativo abrió con sus historias una brecha nueva, radicalmente distinta del resto de páginas editadas de forma contemporánea. En su juego creativo, realizaron un falso artículo científico para la revista especializada Correspondance. Crearon una fábula en la que se comunicaba la localización de una serie nueva de grabados del pintor y grabador Félicien Rops, titulados Les Démoniaques. La prosa de Altarriba y los dibujos de Royo engañaron al Museo Rops de Namur, ciudad natal del artista. Sus responsables escribieron al editor de Correspondance para verificar la veracidad del material gráfico aportado. También se da cita en sus historias la concatenación visual propuesta por el Conde de Lautréamont, nombre con el que era más conocido Isidore Ducasse. Personalidad recuperada por los surrealistas, que lo entendieron como un precursor de su obra. Uno de los referentes del movimiento, René Magritte, sirve a los dos autores para replantear las relaciones entre palabra e imagen en un medio iconotextual. El recorrido no acaba ahí, sino que deja hitos como su vínculo pionero con la Literatura Potencial, que se desarrolla a modo de cruce entre las matemáticas y la literatura.

Royo y Altarriba fabulan de esta forma sobre la realidad y, aunque parezca contradictorio, lo hacen con una precisión quirúrgica. Los afilados alambres de grafito utilizados por Royo cortan nuestra cotidianeidad utilizando las guías de Altarriba. El equipo se divierte y contagia al lector atento. No es una hilaridad inocua: hay ironía, mordacidad y crítica en sus formulaciones. Sus historias muestran las posibilidades que posee el medio para generar nuevos relatos a partir de la experimentación o de aquello que resulta inherente al cómic: la propia seriación de imágenes. Conciben la lectura como un acto de ida y vuelta entre creadores y lectores. Proponen más que exponen, a la manera surrealista. Su originalidad traspasa las fronteras del momento para el que fueron concebidas las viñetas. El paso del tiempo las ha mejorado y están en su mejor punto para ser disfrutadas.

Julio Gracia Lana


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