Antonio Altarriba

“El cel al cap” en El Temps de les Arts

Publicado en El Temps de les Arts y escrito por Xavier Roca el 11/11/2023 11 nov. 2023

Odisea de violencia y miseria

El guionista Antonio Altarriba y los ilustradores Sergio García y Lola Moral relatan en ‘El cel al cap’ -publicado por Norma Editorial- el trágico viaje de una joven congoleña que cruza el continente africano huyendo de la violencia, con la esperanza de llegar a Europa.

La relación entre el guionista Antonio Altarriba y el dibujante Sergio García comenzó cuando ambos coincidieron como miembros de un tribunal universitario; tanto uno como otro son docentes y autores de diversos estudios e investigaciones en torno a la historieta, y decidieron plasmar una cierta visión común del medio en una primera colaboración profesional, el cómic Cuerpos del delito (2017).

El resultado, sin embargo, no tuvo la respuesta esperada y los dos autores se quedaron con un regusto agridulce de frustración, que les dejó con las ganas de emprender algún nuevo proyecto conjunto que alcanzara cierta trascendencia. Después de tres años de trabajo -incluida una exhaustiva tarea de documentación-, este deseo se ha traducido en El cel al cap (Norma Editorial), una magnífica y relevante obra que aúna la enseñanza como escritora de Altarriba con el desbordante talento gráfico de García.

El cel al cap narra la odisea de una persona que podría ser cualquiera de las que vemos todos los días -sin fijarnos mucho- en el top manta de las calles de nuestras ciudades. Se trata de Nivek, un chico del Congo que comienza su historia trabajando en las minas de Coltan -de las que emerge en las primeras páginas en una especie de parto simbólico-, que se convierte después en un niño de la guerra y que termina protagonizando un viaje geográfico y vital cuyo objetivo es llegar a una idealizada Europa: el cielo al que hace referencia el título.

De extensa trayectoria como estudioso y ensayista, Antonio Altarriba se consagró como guionista con la galardonada novela gráfica El arte de volar, dibujada por Kim y en la que Altarriba reconstruía la vida de su padre. El guionista admite sentir un interés íntimo y personal por el tema de la emigración por el hecho de que su padre conoció el exilio y “siempre hablaba del trauma que supone tener que dejar tu casa y emprender el camino hacia un lugar desconocido donde no sabes qué peligros te esperan”. En su opinión, la inmigración que llega todos los días a occidente procedente de África es “una consecuencia de nuestro funcionamiento político y económico como sociedad. A mí me pone muy nervioso cuando se dice que la llegada de inmigrantes sin papeles es culpa de las mafias; la verdad es que vienen debido a circunstancias terribles en su vida cotidiana, son personas que huyen de la muerte o de la ausencia de futuro. Es una realidad que llama todos los días a nuestra puerta pero que no queremos ver”.

El cel al cap, obra que describe las causas que llevan a muchos africanos a emigrar

El cel al cap adopta una clásica estructura de viaje iniciático; una larga marcha desde el sur hacia el norte atravesando paisajes mutantes como la selva, la sabana, el desierto y el mar, en episodios cada vez más cortos que aceleran el ritmo del relato. La narración de Altarriba evita instalarse en el bienintencionado discurso de denuncia anticolonialista y abarca en algunos pasajes un realismo mágico propio de la literatura popular africana.

La notable dimensión poética de El cel al cap es también responsabilidad del trazo de Sergio García, que opta por rebajar la dureza de algunas situaciones por la vía de la estilización con la intención de “mantener la intensidad de lo que explicamos pero preservando la dignidad de los personajes”: así, por ejemplo, la sangre que se derrama en las viñetas no es roja sino negro, y algunos actos de extrema violencia -violaciones, masacres- se muestran a través de siluetas a contraluz.

El cel al cap“, obra que describe las causas que llevan a muchos africanos a emigrar

En los últimos tiempos, Sergio García se ha labrado una considerable reputación internacional como ilustrador y autor de varios proyectos expositivos: algunas de sus portadas para revistas como The New Yorker han sido extensamente analizadas y viralizadas en las redes sociales, por ejemplo. Su estilo, de líneas limpias y formas geométricas, está influenciado por la escultura primitiva -que magnificaba determinadas partes del cuerpo- y por el arte europeo previo al Renacimiento: “suelo trabajar con imágenes jerarquizadas, como ya hacían los retablos medievales ”.

Aplicada a la historieta, su visión del dibujo se convierte en un meticuloso ejercicio de planificación que rompe los límites de la página al servicio de la narrativa. Admite García que “me gusta jugar con las composiciones, y el hecho de ser portadista me ha ayudado a concebir formas metafóricas ya buscar el equilibrio entre el artificio visual y la legibilidad”.

El cel al cap, obra que describe las causas que llevan a muchos africanos a emigrar

García hace gala de una libertad gráfica que tan pronto le lleva a fragmentar una página en 24 viñetas como a dedicar dos páginas a una única ilustración, o mostrar diversos movimientos del mismo personaje en un solo recuadro para potenciar la sensación de velocidad. Antonio Altarriba reconoce que “cuando trabajo con otros dibujantes soy más rígido, pero a Sergio le doy mucha libertad para que reinterprete las secuencias. Cuando llegan las páginas dibujadas siempre resultan una sorpresa, aunque siempre respetan el sentido de lo que he escrito”.

El trabajo gráfico de El cel a la cabeza también debe mucho al cromatismo de Lola Moral, cómplice habitual de Sergio García -con quien no sólo trabaja como colorista sino para el que también ha escrito cuentos e historietas infantiles-, y que en cada capítulo destaca unos colores determinados en función del paisaje en el que transcurre la acción. Moral asegura que ha rechazado encargos porque “hay algunos cómics que ya funcionan bien en blanco y negro y no necesitan nada más. Pero los tonos de África son muy peculiares, y en ese caso el color era muy importante; al mismo tiempo, tampoco quería que tomara protagonismo, sino que permitiera que la historia fluyera”.

Su trabajo redondea una obra mayúscula, un clásico instantáneo que deslumbra y conmueve.

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