Somiar el cel mentre es viu a l’infern
Publicado el 05/11/2023 en elpuntavui.cat escrito por Jaume Vidal
‘El cel al cap‘ es un cómic estremecedor que habla de los niños soldados y, sin embargo, tiene una gran dosis de lirismo
El hecho de que el cómic “El cel al cap”, con guion de Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952), dibujo de Sergio García (Guadix, 1967) y color de Lola Moral (Montalbán de Córdoba, 1967), publicado por Norma, salga simultáneamente en catalán y en castellano, aparte de ser una situación que nos acerca a una normalización del cómic en catalán –todavía lejos de lo deseable–, tiene una significación de mercado: los editores creen en este trabajo y, por tanto, en el su éxito comercial. Este convencimiento editorial no se fundamenta sólo en cuestiones de marketing, puesto que nos encontramos ante una de las obras del año.
Esta afirmación puede ser cuestionada porque hace poco decía casi lo mismo de un trabajo de la misma editorial, el Fouché, de Kim. La razón de tantas “obras del año” la encontramos en el dulce momento que vive el cómic en Cataluña y en todo el Estado. La historieta ha sabido, como demuestran estas dos obras, aunar la tradición de medio de evasión y entretenimiento con la excelencia gráfica y la contundencia del mensaje.
“El cel al cap” es una obra estremecedora que no deja de tener un lirismo que hace de su lectura un continuo Dragon Khan de sensaciones. El protagonista es un chico que trabaja en las minas en el Congo y es reclutado como niño soldado. Para demostrar su fidelidad a la milicia, debe asesinar a su familia. Una realidad que desgraciadamente no es una fantasía del cómic.
El niño quiere huir de una vida llena de sangre y carencias y sueña con encontrar un mundo mejor. El cielo que tiene en la cabeza se encuentra en Europa y decide emprender un camino de miles de kilómetros, y deberá cruzar un desierto y someterse a las mafias que juegan con la ilusión y la vida de la gente para poder realizar una vida nueva y, finalmente, empezar otra lucha después de cruzar un mar.
Este recorrido no es un viaje lineal; el protagonista vive circunstancias muy diversas, como variados son los pueblos del continente africano. La obra tiene el acierto de guión de incorporar hechos y rituales de inspiración africana. “Hay un componente de realismo mágico”, explica Altarriba. Efectivamente, uno de los personajes importantes del relato es un hechicero. También aparecen situaciones “que tienen un trasfondo de realidad”, como dice el guionista. Sería un ejemplo un pequeño reino en el que el rey no puede pisar el suelo porque representaría un símbolo de impureza.
Esta expresión africana también se basa en el dibujo de Sergio García y el color de Lola Moral. “Mi dibujo siempre ha tenido cierto aire de trazo primitivista”, dice García, conocido también por sus ilustraciones en The New Yorker. A su vez, Moral explica que no ha querido utilizar los colores vivos como sería adecuado para ambientar los colores africanos. “La historia es bastante dramática y he utilizado un cromatismo que rebaja esa tensión. La sangre no es roja, sino negra.”
Aparte del componente onírico que también tiene la obra, la fidelidad a la realidad es escalofriante. Altarriba se ha documentado mucho y ha recibido el asesoramiento de la ONG Jambo Congo, que trabaja intensamente sobre el territorio y vive de cerca los conflictos internos que existen para obtener el control minero, del que finalmente se benefician empresas occidentales. En Congo existen poderes paralelos al del Estado. Hay más de 300 monarquías que, si bien carecen de operatividad administrativa, tienen una parcela de poder en un territorio violento y dividido. Un país, en definitiva, donde, como dice Altarriba, “te levantas por la mañana sin saber si podrás comer; por eso hay emigración hacia Europa”.