«Sin embargo, pese a mis prejuicios, “El arte de volar” me ha parecido un gran tebeo. Altarriba ha sabido contar de forma interesante y muy emotiva la vida de su padre, un chico de pueblo con sueños de grandeza que lucha por la República en la Guerra Civil y tras una vida marcada por la derrota termina quitándose la vida en una residencia de ancianos (sin evitar los pasajes más sórdidos y desagradables e incluso varios que no le dejan muy bien parado; es una obra escrita desde el amor que no cae en la hagiografía), y ha logrado que me hayan interesado otra vez momentos de la historia de España tan vistos y leídos como los meses previos al estallido de la Guerra Civil o la trágica represión franquista durante la posguerra. Incluso hay pasajes, como el dedicado a la resistencia francesa, cuyo tono escéptico y desmitificador, pese a ser cada vez más habitual, sigue chocando tras tanta historia épica como hemos consumido sobre los al parecer no tan heroicos “resistentes” contra el nazismo. La frase que da título a esta entrada la pronuncia precisamente un compañero del protagonista poco después de ese periodo. Exiliados en Francia tras el final de la Guerra Civil, desencantados con los ideales que defendieron hasta el último momento, una vez acaba la Segunda Guerra Mundial y Francia recupera la libertad, los dos ex resistentes acaban saliendo adelante “robando a los pobres y sobornando a los poderosos”. Resulta desolador, pero desgraciadamente también muy creíble. Así de tristes somos a veces las personas. En realidad, podría decirse que “El arte de volar” es la historia de la larga derrota de un hombre honesto que, aún con todo en contra, se empeña en hacer el bien y solo consigue ser desgraciado. Y aunque el guionista aparece como personaje, lo hace en un segundo plano bastante discreto, sin robarle nunca protagonismo a su padre (y eso que hay un momento, casi al final del álbum, en el que el padre le pide algo que podría haber servido de base de un guión completo).
Pero a pesar de que la historia (y especialmente cómo se cuenta) me parece que merece la pena, lo que más me atrae de “El arte de volar” es precisamente lo que pensaba que no iba a gustarme mientras hojeaba el álbum: el trabajo de Kim.
Vaya pedazo de dibujante.
No se me ocurre otra manera mejor de expresarlo. »
Leer el artículo completo David Muñoz: «Nosotros perdemos hasta las guerras que ganamos» en Así (no) se hizo 31-05-2009