
Neuróptica cerró porque Juan José Vázquez, técnico cultural de la Diputación Provincial de Zaragoza, la Institución que prestaba el mayor apoyo financiero a las Jornadas, lo decidió así. Argumentó que el primer número había vendido más de mil ejemplares mientras que el quinto apenas superaba los quinientos. Las cifras no me parecían malas habida cuenta del carácter especializado del contenido. Pero quizá el problema fuera otro… Nunca lo llegué a saber con certeza… En cualquier caso la época de las grandes esperanzas comiqueras y de los incontables festivales terminaba con los ochenta. Y en Zaragoza también. Fueron años con algunos apasionantes, quizá excesivos, retos conceptuales en los que colaboré en la editorial Ikusager, formé parte del equipo de Les Cahiers de la bande dessinée, la más elaborada empresa crítica de la época, participé en el decisivo Coloquio de Cérisy en 1987 y comisarié la exposición La nueva historieta española para el Festival Internacional de Angulema de 1989.
Con Antoni Remesar, profesor en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, constituimos pareja teórica y colaboramos en numerosos proyectos. El más importante fue el libro Comicsarías. Ensayo sobre una década de historieta española (1977-1987).
Escrito entre el rigor y la militancia, presentaba tablas estadísticas, análisis temáticos, denuncia de las políticas editoriales más comerciales y reivindicación de nuevos, quizá utópicos, horizontes para el medio.