Antonio Altarriba

Asier Mensuro y “Yo, mentiroso”

Una historia muy negra

Artículo de Asier Mensuro en Agendarte comic mayo 2021

Tras Yo, asesino y Yo, loco, Antonio Altarriba y Keko cierran su particular trilogía con Yo, Mentiroso, una novela gráfica muy mordaz en la que sus autores muestran ciertas conexiones turbias entre el arte y el poder en España

Como en las dos novelas gráficas anteriores, Antonio Altarriba y Keko construyen una historia noir, con una trama compleja de asesinatos; pero este cómic esconde muchas subtramas en su interior, y, entre todas ellas, resulta especialmente interesante el importante rol que los autores reservan al “arte” dentro del relato, y la inteligencia con la que lo imbrican con la narración principal. “Arte es poder”, dice el aforismo de Henry W. Longfellow, y creo que estos historietistas son bien conscientes de que siempre ha habido quien ha sabido instrumentalizarlo en función de sus propios intereses. Yo mentiroso muestra ciertas conexiones turbias entre el arte y el poder; construyendo un retrato mordaz de la percepción y el uso utilitarista del arte por parte de las altas esferas del políticas de la España contemporánea. Dicha visión se desarrolla en tres ámbitos distintos. El primero de ellos hace referencia al uso del arte como símbolo que encarna una idea.

Así, en una parte de la historia, un partido político graba en el apartamento que uno de sus miembros más destacados, como parte de una estrategia que denote cercanía entre la agrupación política y la ciudadanía. Huelga decir que todos los especialistas en comunicación no verbal y marketing implicados en el asunto trasforman el espacio de arriba abajo, y acuden a un anticuario para seleccionar nuevas piezas de arte con las que decorarlo. Así, el responsable del negocio les ofrece una impresión de la primera edición de los grabados de Los desastres de la guerra de Goya, que es descartada de inmediato por ser “antiguos y tristes”, mientras reclaman: “necesitamos algo más moderno, que dé la impresión de estar al tanto y tener buen gusto”. El resto de las obras que se les ofrece son aceptadas o rechazadas por motivos igualmente arbitrarios, que nada tienen que ver con su calidad intrínseca como obra de arte.

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